Wednesday, April 14, 2010

Mambo Jazz

¿Hibrido? esta es una de las formas más adecuadas que he encontrado para denominar un ente maleable, adaptable a las formas como el agua que desciende del deshielo, atravesando ásperos picos de piedra que dañan, e hidratando suave vegetación, que acaricia pieles permeables.
Intelecto que navega por pasiones, agua y aceite que se combinan, o solo fluidos que pueden mutar su esencia, unificarse, ser el condimento predilecto de esta ensalada de situaciones, anécdotas y barrios, personas y sus intereses.
¿Hay sonrisas con más valor que otras? ¿Cuán pecaminosa es la trivialidad si acaricia el alma? Es peligrosa la conciencia extrema si asfixia la inocencia y ennegrece esas blancas nubes, mos-trando solo grises alrededor. Inocencia es virtud, despojo absoluto de protecciones que encierran, es niñez, agua, pasto y reyes magos. De esta manera, el equilibrio vuelve a inmiscuirse en cuestiones intrapersonales, mostrandose como unica meta, cima de montaña que expone el extasiante paisaje.
Ser inocente animal demuestra real fidelidad, instinto, verdad sin especulaciones solo pureza en la piel, gruñidos en aquellos momentos necesarios, pero al llegar la noche un banquete de placeres a compartir, previo al dulce dormir sin desconfianzas. Animal, instintivo por sobre todas las cosas, armonioso del entorno y voraz.
Pausa y distancia me presenta sacro y profano, en un mismo tiempo y espacio. Místico, contemplativo, ombú de sedante sombra eterna, risas juveniles a mi alrededor y este respeto, moral propia que busca la delgada soga de este eterno circo.
Y por momentos profano, irrespetuoso con lo sagrado, transformación tan espiritual como un billete de 100 dolares. Desagradable, trozo de piedra amorfa, fría, y absolutamente salada. Incontrolable mutación, ojos inyectados y perdida total de los sentidos, velo blanco frente a la mirada y mandíbulas que se tensionan entre palabra y palabra.
Guitarra que se inmiscuye, aisla, transporta y cura esta licantropía, que me lleva al deseado estado de ombú. Y este transe, me transporta por improvisaciones, conexión sin contacto físico, piezas que se ensamblan, coquetean y ríen armónicamente, situación atemporal que algunos denominan música.
Y tras esos momentos descubrir la verdadera función de lo material, convirtiendolo solo en aquella herramienta capas de llevar adelante los maravillosos deseos inmateriales. Aquí se presenta nuestro problema, cuando consideramos que la herramienta resulta el deseo inmaterial, dandonos cuenta que muy lejos está de serlo y generando aquellos grandes vacíos que ni milla-res de herramientas juntas podrían solucionar. La búsqueda es errónea, el camino son los deseos y no las herramientas, las anécdotas del abuelo y no su silla mecedora. Pero cuan difícil resulta aislarse de la escenografía que tenemos montada, tras la cual descubrimos verdades, pero tenemos miedo a traspasarla y nos cobijamos en la seguridad, para nunca salir del capullo que nos hace mariposas.
Es notorio el miedo que aun conservamos a la oscuridad, innato quizás, impuesto tal vez. Tantas sensaciones presentadas como oscuridad, a las que con ésta simple fachada comenzamos a temer, no conocemos su pura esencia, pero le tememos porque nos muestran oscuridad. Y así, nos aseguramos la certeza de no caer en los sobresaltos de aquellas rutas polvorientas, alternativas a la veloz autopista...

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